jueves, octubre 27, 2005

Libros

Al menos que yo sepa, nada hay que se pueda llevar a la muerte consigo. Ni siquiera ese pobre yo al cual uno ha dedicado casi toda una vida para erigir sobre la arena. Si pudiera quebrantar esa ley dejaría con gusto que todo se consumiera en el lerdo fuego del tiempo. Menos mis libros. Más allá de mí, entonces, por encima de una memoria que nunca hace justicia al ausente, mi biblioteca hablaría en silencio de aquel que una vez fui. Pero eso sí: sin cometer el error (sin una vez más incurrir en ese error demasiado humano) de ser nombrado.
A.

domingo, octubre 09, 2005

Todo empieza ahora

Tanto he buscado. Allí donde una vez he estado había quedado mi nombre. Pero cada vez que vuelvo he hallado nada sin embargo. Como cuando por la tarde no queda ya sobre la arena rastro de la huella que se ha dejado por la mañana.
Pues bien, aquí estoy de nuevo ahora. En el principio. En la arena Leopold Bloom ha dejado escrito algo que el mar hubo de apurarse a borronear. Con todo no ha conseguido sin embargo otra cosa que crear un fragmento. Una ruina. O lo que es lo mismo: memoria.
I AM A
Yo soy un. Pero también esto: Yo soy A.
Adriano.
Buenos Aires, 8 de octubre de 2005